Los sintetizadores de los que hablábamos en los artículos anteriores conforman lo que podríamos denominar los miembros fundadores (SH-1000 y SH-2000) y sus primeros descendientes (SH-3, SH-5 y SH-7). Estas máquinas compartían una evolución estética que los emparentaba cláramente además de una cierta linealidad numérica. El siguiente miembro de la saga familiar es el SH-1 y propone una ruptura respecto a los modelos anteriores tanto estéticamente como respecto a la numeración, aunque conserva la filosofía sonora y de edición que caracterizaba a sus antecesores.
SH-1 (1978)
Aunque salió al mercado casi al mismo tiempo que el SH-7, este modelo se plantea como una alternativa más que como una continuación lógica. El radical cambio de aspecto supone una revolución tanto en la serie como en el perfil general de los sintetizadores de la época, orientándose cláramente a la interpretación en vivo. En este modelo encontramos concentrando el caracter de un SH en un espacio mínimo de peso liviano (el equivalente a un ordenador portátil de hoy en día). Esta reducción espacial se debe principalmente a contar con un teclado de sólo dos octavas y media, una mayor concentración de los controles y un cuerpo mayormente plástico.
En cuanto a sonido, este pequeño monofónico no es inferior a los anteriores modelos pese disponer de un sólo oscilador, el cual se ve arropado por un suboscilador capaz de conferirle el brillo necesario para crear potentes líneas de bajos, leads e incluso curiosos efectos. Entre sus características principales cabe destacar que viene acompañado de dos filtros (uno de 24dB/oct LPF y el otro estático a HPF), dos envolventes (una de ellas limitada a AR) y un solo LFO. Dispone, además, de un generador de ruido (blanco y rosa), auto-bend, portamento y un control de bender, al igual que en las anteriores versiones SH5 y SH7. También como en los modelos anteriores permite ser controlado por CV / Gate y cuenta además con salida de tipo Trigger. Sus conexiones, por cierto, se encuentran en la parte superior en lugar de por detrás.
Estamos, en definitiva, ante uno de los aparatos más potentes y versátiles de la época, lo que le suposo un éxito sin precedentes (especialmente entre grupos de synthpop). Su compacto tamaño, un precio más competitivo y una gran calidad sonora fueron factores que jugaron con fuerza a su favor frente a los modelos reinantes en la época.
Da la impresión de que Roland había utilizado los modelos anteriores para ir puliendo el concepto y el sonido y ahora, al parecer, se había alcanzado el objetivo, ya que los próximos modelos de la serie seguirían el mismo patrón estético y una numeración derivada de este. El reinicio de la numeración no había sido decidido a la ligera, implicaba una clara división entre los modelos anteriores, ahora más orientados al uso en estudio y esta nueva serie enfoca a la movilidad de los conciertos. ¿Quién querría llevarse un pesado SH-5 de gira existiendo el cómodo SH-1?
Al año siguiente saldríandos nuevos modelos de la serie (que veremos en los próximos artículos) y en 1983 nacerían dos nuevas reencarnaciones del SH-1, con una estética adaptada a los nuevos tiempos. El SH-1 sigue siendo considerado hoy en día como uno de los aparatos más destacados de la marca y también como uno de los más buscados, llegando a alcanzar los 700€ en mercados de segunda mano como Ebay.
Imágenes vía Flickr de Matrixsynth
Recursos de interés:
Artículos anteriores: Parte I - Introducción - Parte II (SH1000/SH2000) - Parte III (SH3) - Parte IV (SH5) - Parte V (SH7)
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