Aquí está por fin mi reseña sobre los volúmenes 7 y 8 de la serie
La Vie Electronique de Klaus Schulze, aunque reconozco que con un retraso tal que casi podría haber incluido también el 9, que también tengo desde hace tiempo. Me reservo este último, sin embargo, hasta recibir el 10, a punto ya de llegar a mis manos, por aquello de no romper el ritual de hablar sobre ellos de dos en dos.
Bueno, vayamos a lo que nos ocupa: estos dos volúmenes, con sus acostumbrados 3 discos cada uno, reunen piezas comprendidas entre los años 1977 y 1983, o lo que para muchos supone el final de una época y el principio de otra muy distinta en la música del artista alemán. Según nos cuenta él mismo en el libreto, llegó un momento en el que, tras tantas actuaciones similares, el cuerpo le pedía un giro radical en su estilo, cosa que vino ampliamente propiciada también por el avance tecnológico que sufrió el mundo de la síntesis durante estos años: primeros sintetizadores analógicos polifónicos,
DCOs y finalmente la síntesis digital.
Así, en el primer disco de
La Vie Electronique 7 nos encontramos principalmente con dos largas actuaciones, como de costumbre, divididas en piezas menores. La primera de ellas,
People I know, comienza lentamente para evolucionar a base de secuencias cada vez más rápidas hasta alcanzar un clímax que se torna delirante y caótico y terminar con una suave secuencia con apenas unos sonidos de fondo. La calidad de la grabación de este directo, siendo buena, no es tan excepcional como las de otras actuaciones suyas de la serie. La segunda parte del disco, titulada
Avec Arthur, recuerda bastante al tema cantado de su álbum
Dune: Arthur Brown cantando, ruidos de fondo y percusión electrónica. Aquí, todo se va acelerando poco a poco hasta llegar a un punto en el que el tío grita salvajemente, momento en el que el tema se vuelve instrumental y todo cobra un tono surrealista e incluso chirriante hacia el final. Aunque hay momentos interesantes, en general esta actuación resulta bastante dura de soportar y desde luego no es de mis favoritas.
En el segundo disco nos encontramos con
Crazy Nietzsche, una versión extendida en vivo de uno de los mejores y más famosos temas de su álbum
X. Con un comienzo genial y misterioso que ojalá hubiera tenido el tema original y un solo de batería bastante espectacular hacia la mitad de la actuación. El final, de forma similar al comienzo, está plagado de distantes y extraños sonidos que dan una última entrada a los característicos coros del tema. En definitiva, una excelente versión alternativa. La segunda parte del disco no es menos intensa con
The Future, un tema de 28 minutos totalmente planeador y espacial con giros dramáticos y estupendas atmósferas muy en la línea de sus discos
Dune y
Mirage. Sin duda el mejor tema de Schulze de este volumen.
El tercer disco contiene nuevamente dos únicos temas, el primero de los cuales,
My Virtual Principles, abarca casi todo el disco. Esta pieza de estudio es realmente interesante por ser muy distinta a lo que nos tiene acostumbrados, con numerosas variaciones que oscilan entre sencillas melodías, pads planeadores, secuencias, ritmos electrónicos e incluso fragmentos en los que el cello vuelve a cobrar un protagonismo absoluto. La pieza en sí es una mezcla de elementos grabados en distintas épocas para distintos propósitos, muchos de ellos descartados, pero que juntos cobran un enorme sentido y hacen que este tema suene atemporal e incluso alejado de su estilo. Personalmente me resulta un tema brillante que además cuenta con una gran calidad sonora. El disco se cierran con
Die Erde ist rund, una actuación que parece anticipar elementos de obras posteriores como
Audentity y
En=Trance.
El primer disco de
La Vie Electronique 8 se compone de tres temas:
Dans un jardin, un directo que recuerda mucho a Audentity por su ritmo constante durante casi toda la pieza, resultando algo repetitivo y pesado por no ser quizá tan dinámico como otros temas suyos;
Faster than ligthning, lo que parece una versión alternativa del tema anterior pero de nuevo con la voz de
Arthur Brown recitando (ahora más sereno), recordando mucho al tema Avec Arthur del volumen 7 aunque de forma más siniestra y menos estridente. Finalmente tenemos la pieza
Phonetisches Plakat, una rareza experimental con ruido, percusiones y gongs que resulta cuando menos curiosa.
El segundo disco resulta bastante más interesante. Empieza con
Hichcock Suite, una colección de espectaculares temas de estudio dedicados a actrices que actuaron en películas del célebre cineasta. Mayormente se trata de temas oscuros y de corte espacial y planeador, dominados por los pads y algunos efectos de fondo, más en la línea de
Blackdance e incluso
Timewind, salvo en el movimiento final, Barbara Harris, donde aparece alguna secuencia. Son, en general, temas bastante inquietantes, de una factura impecable y gran calidad sonora. Las dos siguientes piezas,
L'affaire Tornesol y
Bona Fide son actuaciones en vivo bastante similares entre sí. Ambas comienzan con las típicas secuencias y ritmos para acabar de forma planeadona con densos pads y tono dramático. Ambos temas suenan genial y pese a su parecido creo que me gusta más el primero de los dos. El disco se cierra con una breve entrevista a Schulze en inglés. Este es con diferencia el mejor disco de este volumen y también uno de los mejores de toda la colección.
El último disco de este octavo volumen se compone de temas de duración media, lo que propicia que haya un total de cinco piezas.
Keep Up with the Times se apoya en un marcado ritmo creado con caja típicamente de los 80, recordando por momentos a un Jean Michel Jarre algo acelerado y repetitivo.
I Remember Rahsaan es un directo en el que la melodía parece interpretada por un saxo y luego por una flauta, mientras que la percusión es real. Ocasionalmente suenan instrumentos pregrabados y voces. Casi no parece un tema suyo.
A Quick One y
Count Me In son dos temas similares con secuencias y percusión rápidas, en la línea del primer corte aunque con un aire más cercano al pop.
The Martial Law es un tema de 30 minutos dividido en 5 partes que sin duda es lo más interesante de este disco. Con melodías y sonidos familiares, en ocasiones distorsionados y desenfrenados, el tema se acompaña largo rato de un ritmo y una secuencia para desembocar en un final calmado y cósmico de lo más marciano. La última pieza,
Zugabe Timbales, es también algo repetitiva y aburrida para mi gusto, donde lo más destacable es la ausencia de melodía y las percusiones de aire latino. Para finalizar, otra entrevista de unos 5 minutos de duración grabada en el año 1982.
En resumen, dos discos de carácter desigual donde se combinan atmósferas planeadoras herederas de
Moondawn y
Mirage con largos y lisérgicos solos de Moog y partes vocales salidas del universo de
Richard Wahnfried con secuencias y ritmos más cercanos a trabajos como
Dig It o
Angst. Aunque el contenido de estos discos se aproxima peligrosamente a la época que menos me interesa de su obra, sí destacaría el segundo disco de ambos volúmenes, que parecen reunir las tendencias que más me atraen de este genio indiscutible. Del resto salvaría sólo algunas cosas, con otras, como Avec Arthur, sencillamente no puedo.
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